*Artículo escrito para Mamás Blogueras Peruanas.
Las familias vienen en diferentes formas y tamaños, algunas más grandes que otras, pero todas válidas y llenas de amor. Cuando tenemos un hijo, a muchas nos toca seguir viviendo con nuestros papás por diferentes razones. Si vives – o has vivido – en algún momento con tus papás y tu hijo/a seguramente has recibido comentarios de todo tipo. En unos meses más, Cayetana y yo cumplimos 04 años de vivir con mis papás. Ellos son súper jóvenes y para Caye ellos son Gabi y Grandpa. Esto es lo significa vivir con los abuelos para nosotras. Para mamá: Vivir con mis papás significa tener la ayuda de expertos desde el día 1. Significa tener a alguien que te oriente cuando la maternidad te sobrepasa y no tienes idea de cuál es el siguiente paso. Vivir con ellos es levantarte cansada y tener un abrazo reconfortante que dice que todo estará bien. Es tener constantemente el apoyo sincero de quienes más te quieren. Fue poder acabar la carrera y trabajar en lo que amo porque tengo su ayuda. Para Cayetana: Es llegar del nido para saludarlos y jugar con Grandpa hasta que mamá nos pida que bajemos el volumen. Es ir con Gabi a ver dibujos por la tarde y quedarnos juntas en la cama riendo mientras comemos pop corn. Significa tener dulces y galletas sorpresa por las tardes. Miradas y risas cómplices además de abrazos calientitos en las noches frías de Cusco. Es tener una celebración extra cuando aprendo algo nuevo o cada vez que tengo una actuación. Gabi y Grandpa son felicidad, amor y juegos. Son la calma cuando mamá esta en modo Hulk y el orden cuando mamá se desorienta. Vivir con los abuelos es darle más alegría a cada día, es sumar aprendizajes y disfrutar su compañía. También es estrés y silencio que no tienen desde que una bebe llegó a casa. Es una dosis de paciencia extra cuando hay un berrinche o el llanto no para. Siempre pienso que hubiera sido imposible para mí criar sola a Cayetana, o que ella no sería todo lo que es sin su presencia constante. Muchas veces, sin que ellos lo sepan, tenerlos conmigo me ayudó en mis días más grises. Sobre los comentarios de la gente, olvídense! Siempre tendrán algo que decir. Si todavía viven con sus papás, tengan por seguro que sus hijos han aprendido muchísimo de ellos y que es una experiencia invaluable. Valoremos la dedicación, el amor y el tiempo que les dan tanto a ellos como a nosotras. Si ya te toca independizarte – como a mi – o ya te fuiste, recuerda que esos lazos deben continuar! Fortalezcamos estas relaciones para que perduren para el resto de sus vidas. Ya verán todo lo que ellos nos van aportando!
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Desde que te enteras de que estas embarazada empiezas a tener una montaña rusa de emociones, y una pila enorme de preguntas, dudas y miedos. Entre mis dudas estaban las más cotidianas y otras más profundas:
Mi embarazo fue libre de síntomas, a excepción de odiar algunos olores (Nuggets, salsa roja, etc.) Hasta los 8 meses seguía mi rutina de siempre, claro, durmiendo más de la cuenta y comiendo como loca! A la mayoría de controles fui sola, y me sentía tranquila. Siempre creí que podía hacerlo todo yo sola y que así era mejor. Sin estrés, sin nadie que me juzgue, todo a mi tiempo. Buscaba tener todas las ecografías posibles en todas las dimensiones para poder conocer más a esta personita que pronto llegaría. Mientras me acercaba a los 09 meses, todo se volvía más complicado. Me hinché por completo hasta el punto que ningún zapato me quedaba. Aparecieron las temidas estrías en todo mi cuerpo y ya no podía más. Una de esas noches en las que me levantaba 500 veces para ir baño sentí algo raro, fue la primera contracción.
Después de varias horas de trabajo de parto y mis intentos fallidos por tener un parto natural, terminé en la sala de operaciones para una cesárea de emergencia a las 4 am. Agotadísima, me quedé dormida durante toda la operación y desperté al mediodía. No tenía idea de donde estaba, solo sabía que estaba confundida, adolorida y nerviosa por conocer a Cayetana. Tal como me lo contaron amigas y todos los comerciales y videos que vi, esperaba con ansias el ¨camión de emociones¨ y el sentimiento de “amor a primera vista” al verla por primera vez. Entonces la trajeron al cuarto. Y aquí va lo que sentí: N A D A Y de pronto empezó a llorar… y no atiné a hacer nada. De manera instintiva se acercó a mí y empezó a tomar leche. Al fin dejó de llorar, pensé. Así pasaron las horas y pasaron las visitas y todos la querían! Pero al parecer… yo no. Antes de que me den de alta, vino una psicóloga a hablar conmigo ya que habían notado algo “raro” en mi actitud. Después de un montón de especulaciones de parte de todos como: Esque es muy joven por eso no entiende la maternidad, esque es muy complicado seguro ya cambiará, es cuestión de tiempo acostumbrase, etc… y un poquito de investigación (soy una loca Google) me di cuenta que era depresión post parto (DPP). Y como varias otras cosas… nadie me había dicho que eso era posible al dar a luz! Así que ahí estaba yo. Los días eran largos y las noches aún más largas. Mientras pasaban las semanas iba conociendo más a Cayetana y nuestra relación se fortalecía con cada mirada y sonrisa. Más pronto de lo que pensé se acabó ese mal rato y pudimos reconocer el vínculo que siempre tuvimos. Empezando a ir al Nido -
Después de muchísimas mañanas con mi hija dando vueltas por la casa, sin hermanos, ni mascotas y prácticamente trepando las paredes, decidí que ya era tiempo de que vaya al nido. Con dos años y medio, algunas mamás (de esas a las que les encanta opinar) me decían: “ay, pero es tan pequeña”, “como la vas a dejar a esa edad”, etc. Alimentaban mi miedo de que algo pudiera pasarle… realmente era muy pequeña? El primer día confirmo que mis miedos eran infundados. Llegamos puntuales y ella miró a su Miss, miró los juegos, me miró a mí y a la puerta a la vez y dijo: ¡Mamá chau, después vienes! Mientras empujaba la puerta para cerrarla. Queee? Estaba confundida. Pensé que al llevarla me sentiría libre, ¡Más tiempo para mí!!! Contrario a lo que yo esperaba, mi corazón se volvió chiquito pensando que ella ya no me necesitaba tanto, que se volvía, de alguna manera, más independiente. Pensé: (insertar frase frase cliché aquí) ¡En qué momento creciste tanto! Luego de un paseo al zoológico, una actuación, actividades de mini cheff, cumpleaños, etc. Me convencí de que había sido una buena decisión para ambas. El proceso fue más difícil para mí que para ella! A todas esas mamás opinólogas: mi hija esta muy bien el nido y no! no era muy pequeña! Y a ti? Como te fue con el nido? A que edad mandaste a tu hijo/a? |
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Septiembre 2019
Categoríasacerca de míSoy una Mamá millenial de 22 años. Estudié administración en BYUI y amo cantar!
Cayetana tiene 3 años y juntas hemos aprendido mil cosas! Aquí les comparto nuestras experiencias. Perú. |